Conocí a Zacarías hace ya algunos
años. Nos presentó creo un amigo en común, Misael Mevi. La primera obra que
tuve de él fueron dos pinturas de una serie hecha con folders, en una de ellas
una liebre se asomaba de un paisaje gris con los ojos vacíos, la otra era un
paisaje sonorense lleno de colores naranja, azul y amarillo, con el arquetipo del desierto por excelencia una cabeza esquelética de vaca con sus cuernos enmarcada en un arco griego.

    De mirada tenue,
opacada por los anteojos pero con una sonrisa siempre presente, persona amable
por convicción y de un trato excepcional. Sus obras reflejan con distintos
materiales lo que puede un artista expresar a través de ojos vacíos, cuerpos
suspendidos en materia gráfica, medios rostros o cuando mucho tres cuartas
partes de ellos. Cuerpos danzantes en relieves, siempre yuxtapuestos a la obra. Mutilaciones
de cuerpo y alma que toman formas curiosas dando vida y movimiento a sus obras.

    Los colores de
sus obras son siempre aterrizados y nunca artificiales. Arquitecto de profesión
Zacarías lleva la óptica y la perspectiva a niveles muy cercanos al rigor del
ingeniero, pero sacando de contexto siempre al objeto con los matices y las
combinaciones de las texturas y los colores.

    Como todo buen
aventurero un día llego a mi oficia y me dijo, Sergio me voy a Peñasco, es la última frontera, allá podré vender más mi obra y aparte he podido vender los muebles que he pintado. Nunca vi sus muebles, pero me los imagino
perfectamente, como obras surrealistas brincadas y salidas de sus cuadros.

    Repatriado ya
de la fiebre del oro de peñasco hace meses volví a verlo, ya de nuevo en Hermosillo,
exponiendo, pintando. Amablemente me regalo una obra de una serie donde me dio
a escoger, la tengo presente porque tenia un escorpión en ella, emulando al rey
escorpión, mi signo zodiacal, se podría decir que es mi primera obra que
adquiero por impulso cósmico y no por rigor estético, aunque cumple con ambas
encomiendas.

    Entre sus
obras me gustaría destacar las triunfadoras de la bienal de Sonora, una de
ellas enfocada al agua, eterno problema y solución de todas nuestras jaquecas políticas
y sociales. De esa serie compré un tríptico donde un ojo asoma tras un encuadre
azul, me sorprende la mirada de un solo ojo, cíclope, ojo de pirámide, el ojo
que todo lo ve. En tierras de ciegos el tuerto es el rey. El rey ojo.

    Zacarías fue
recientemente homenajeado junto con otro grupo de artistas sonorenses a través
de la serie videográfica Bocetos. Zacarías gran artista plástico Sonorense, con
trayectoria internacional a través del arte que exportó a los gringos de
Arizona en Peñasco, amigo y gran pintor. Zacarías Páez arquitecto del lienzo.