El combate a la pobreza se convirtió en el deporte oficial de los políticos en turno. Cada sexenio se comienza con la tarea de erradicarla y lo único que se
logra es multiplicarla, lo curioso es que todos comienzan de donde
mismo: “Hay que estudiar a la pobreza para poder atacarla”.

    A nivel nacional se han hecho esfuerzos titánicos para combatir la
pobreza, desde secretarías de Estado dedicadas a ello, hasta el
despilfarro de miles de millones de dólares de las ventas de
paraestatales como Telmex para subsidiar a los pobres. El resultado ha
sido sorprendente: A los pobres que han erradicado lo han hecho porque
los han vuelto más dependientes y más miserables y han muerto en su
intento de salir de la pobreza, generalmente desnutridos y enfermos.
    Después de cada crisis creada por las “metidas de pata” de nuestros
gobernantes, se ha ido engrosando la lista de los pobres, los de clase
media han perdido su poder adquisitivo, y hasta los que eran
millonarios han dejado de serlo y han pasado a ser sombras de un pasado
glorioso. Muchos de nuestros magnates mexicanos han dejado ya de
aparecer en la lista de los potentados de Forbes.
    ¿Cuántos millonarios hay en México? ¿Cuántas personas con un valor neto
en activos acumulados y generación de riqueza superior a los 10
millones de pesos tenemos en nuestro País? ¿Qué comen, dónde duermen,
qué carro manejan, dónde estudiaron, su riqueza es heredada o propia?
Éstas son preguntas sin respuesta ya que a nadie le interesa,
preferimos estudiar a los pobres, son ellos más interesantes que los
ricos y representan más votos.
    Es común que cuando nos preguntan por el perfil de una persona rica o
millonaria inmediatamente imaginamos mansiones, sirvientes, guaruras,
comidas exóticas, viajes constantes, automóviles europeos o de marca
exclusiva e hijos en escuelas privadas. Inclusive los imaginamos como
personas que no tienen necesidad de trabajar y que se la llevan
flojeando todo el día. Todo esto es un falso estereotipo.
    Según estudios hechos en un país que se preocupa cómo multiplicar su
riqueza y verdaderamente eliminar la pobreza, Estados Unidos, el
millonario promedio en Norteamérica vive en una casa modesta, maneja un
carro nacional de preferencia usado y regateado hasta la muerte cuando
es comprado, mantiene su automóvil por un promedio de 7 años, no ha
conocido Europa, estudió en escuela pública, por lo general compra en
tiendas como JC Penney’ s, no tiene tarjeta de crédito platino de
ninguna marca, sus trajes y zapatos no son de diseñador exclusivo,
nunca han comprado un reloj de más de 300 dólares y por lo general son
personas muy tacañas y austeras.
    Por el contrario, los medios ensalzan una imagen de opulencia, es
lógico ya que el millonario promedio no tiene nada de interesante para
el mortal común. Cómo decirle y explicarle a la gente que para ser
millonario no hay que gastar en cosas caras y exóticas.
    ¿En qué trabajan los millonarios? Inmediatamente se nos vienen a la
mente toda clase de trabajos exóticos, lo cual es totalmente errado, el
millonario promedio tiene profesiones de lo más común, es abogado,
médico, mayorista, servicios fúnebres, dueño de refaccionaria,
contratista de soldadura, etcétera.
    ¿Sus fortunas son propias o heredadas? Por lo general son propias, un
porcentaje pequeño es fortuna heredada, y por lo general los hijos de
los millonarios fracasan en su intento por superar a sus padres. La
gran mayoría de los millonarios norteamericanos son ricos de primera
generación.

    Qué pasa con nuestros millonarios mexicanos, éste es un gran misterio
por resolver, es necesario estudiarlos cercanamente y multiplicar sus
experiencias, estilos de vida, métodos de trabajo y ahorro. Y    a somos
todos unos expertos en pobreza, tenemos que ponernos ahora manos a la
obra en generar riqueza, condición básica antes de pensar en
repartirla.

*Artículo publicado en el periódico El Imparcial el dia 27 de Mayo de 2003, en la sección editorial De Frente.