Lo vi en una plaza de la ciudad de Barranco, Lima. Era grande, llamativo, alegre, jovial. Tenía buen tono. Ya se veía maduro y con muchas horas de servicio a la comunidad pero aún así estaba dispuesto a servirte.

Lo continué viendo de nuevo como me invitaba a tocarlo, me daba pena al principio, que iría a pensar la gente, los parroquianos de ese domingo. Me fui acercando poco a poco, le toque el lomo, le acaricié su costado y me senté a un lado de el a escucharlo primero, para ver que tenía que decirme.

Me incitaba a tocarlo, incluso tenía escrito encima de el una leyenda: “tócame, soy tuyo”.

Alguien más lo había visto, y me dio gusto ver como otra persona lo tocaba, con maestría, con gracia, tanta, que se me comenzó a mover la patita al compás de sus acordes. Los parroquianos sonreían, se detenían a ver y a escuchar, como buenos voyeurs, todos nos extasiabamos.

Era un hermoso piano amarillo, nunca olvidaré aquella tarde-noche en Barranco.

PD. Si quieres conocer más de la iniciativa de Luke Jerram, un artista internaciona y creador de la idea “Play Me, I’m Yours”, visita su página web y suscribete a su facebook en www.streetpianos.com. Y busca un piano público en algún lugar del mundo. ¡Tócalo!