México de contrastes – Antología

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     El vestíbulo de aquella tienda se
veía hermoso, ángeles, esferas, musgo, estrellas, caramelos y listones dorados
colgaban del fastuoso árbol de Navidad. La encopetada señora miraba lelamente
el repollado árbol, su brillo contrastaba con el de las joyas que adornaban la
figura de la conocida dama de sociedad, esposa de u empresario de abolengo,
rica desde su cuna y proveniente de cepa fina.

    La dueña de la lujos atienda de
regalos se desvive e atenciones hacia la distinguida dama, “¿no gusta un café o
un refresco?, pregunta interesada la señora, “un café con crema por favor?,
contesta con la sonrisa cristalizada en sus labios. Pasan pocos minutos para
que le sirvan un café en tazas de porcelana con un filón de oro y estampadas de
flores azul cobalto.

    “El árbol fue confeccionado en
Phoenix, los ángeles con movimiento los trajimos de Saks en New York, los
listones son de San Antonio, y las esferas fueron traídas directamente de
Copenhague”, dice la señora levitando cejas, moviendo manos y acentuando
correctamente cada una de las ciudades origen.

    “Está divino, divino de verdad, es
una chulada de árbol”, expresa la dama no dejando de mirar ni por un instante
el juego de luces y colores que destellan y emanan del follaje. “¿Y cuesta..?”,
pregunta con cara de interrogación. “Sólo veintisiete mil pesos, una verdadera
ganga si lo comparas con el que está en la tienda Saks del Park Mall en
Tucson”. “Me lo llevo”. Con un rápido pero elegante movimiento de manos, la
elegante dama saca su chequera, firma el papel con figuras impresas como fondo
y lo extiende a la dueña de la tienda.

    Esa Navidad lución hermoso el árbol
en la espaciosa sala de una mansión de la colonia Del Pitic, sus anfitriones
recibieron la noche de Navidad brindando con champaña, vino blanco francés y
una copa de coñac. La cena fuer servida por los sirvientes, con sus humos y
envolvió todo el espacio con aromas dulces. El árbol dio frutos, bajo su manto
se extendieron numerosos regalos envueltos y enmoñados con papeles
multicolores. Todas sus luces brillaron con expectación, cumplió su misión, dar
felicidad, lujo, magnificencia y luz a esa Navidad de primera.

    Esa misma noche, en ese instante,
una humilde casa de la colonia Invasión María López, que se sostiene con cuatro
barrotes de apolillada madera, que cubre a sus habitantes con aceitados
cartones como paredes y techo, que se da calor con una lata de aceite como
improvisado brasero, ahí, una madre arrulló a su bebé, el joven padre de
familia brindo con una caguama en mano y la ofreció a sus amigos presentes, los
chamacos se revolcaron en el compactado piso de tierra jugando con un carro de
tres ruedas, esa Navidad no hubo cena, solo la compañía de los suyos. La luz de
una extensión multicolor que adornaba el changarro contiguo los iluminó toda la
noche.

    México, país de contrastes a todo lo
largo y ancho de su geografía, país de lujos y de miseria, país de ricos
extremos y pobres miserables, país donde pocos tienen en sus manos mucho y
muchos tienen en sus manos poco. País de ciegos, sordos y mudos, donde nunca
pasa nada y toda situación está muy bien y bajo control. México, país de
Pobres.

 

*Articulo
publicado el Viernes 27 de Diciembre de 1996. Sección Editorial del Periódico
El Imparcial.
Columna De Frente por Sergio Zaragoza Sicre.